
Foto de Andy Brown en Unsplash
Muchas empresas, proyectos, instituciones, etc. se plantean en algún momento de su existencia si es necesario contactar con un diseñador para crear un logo que los represente. Sin embargo, esta idea parte en muchos casos de un error, el de considerar que el logo hace la marca y no al revés. En realidad, una marca o incluso la identidad visual de una marca es mucho más que un logo.
Pero veamos por partes a que nos referimos con estos conceptos:
El Logotipo
El logo o logotipo es sólo una de las expresiones gráficas de una marca. Normalmente identifica a la marca con el nombre y/o algún elemento gráfico.
Si habláramos de una persona el logo sería como su su firma, la identifica y diferencia de otras, incluso puede generar alguna idea sobre su carácter, pero la persona es mucho más que eso.
¿Esto quiere decir que un logo no es importante? Por supuesto que lo es, el logo como todos los demás elementos de tu identidad, debe crearse acorde con los valores y características de tu marca.
Y ¿cómo debe ser un buen logo? Entre las características que debe tener un buen logo podemos destacar la representatividad, la escalabilidad, la adaptabilidad, la simplicidad o la durabilidad.
Y hablando de escalabilidad y adaptabilidad, recuerda que la mayoría de los logotipos suelen tener distintas versiones – vertical, horizontal…-. De esta forma nos aseguramos de que podemos usarlos en cualquier medio y cualquier espacio, independientemente de con cuanto espacio contemos, sin que pierda representatividad.
¿Pero puede un logotipo en solitario mantener la consistencia de la marca, crear un concepto visual propio e identificarla de forma univoca? Parece que no es suficiente. Para eso tenemos la identidad visual corporativa.
Identidad visual corporativa
Se trata de una serie de elementos, normas y opciones, que permiten crear marcas consistentes y alineadas con su concepto y valores.
Si antes te decía que el logo es como la firma de una persona, quizá la identidad visual la podríamos asemejarla a todos esos pequeños aspectos que dan una idea de quién eres a primera vista. Desde la forma de vestir o como llevas el cabello, a tu tono de voz, tu forma de moverte, etc.
Entre los elementos que forman parte de una identidad visual corporativa podemos encontrar la paleta de colores, las tipografías corporativas, los iconos y grafismos de la marca, el tipo de imágenes que usa en sus comunicaciones, etc.
Para asegurarnos que la identidad visual de la marca es consistente y que siempre se usa de acuerdo con las normas marcadas existe el manual de identidad visual corporativa, donde se recogen todos estos elementos, y las normas sobre cómo usarlos, cuándo y dónde.
Pero la marca es mucho más que sus formas visuales, y aquí entra el branding o identidad de marca.
Identidad de marca
Este concepto es el más importante y abarca los dos anteriores. El branding es todo lo que la marca es, incluyendo su misión, visión y valores, pero también sus representaciones. Aquí es donde decidimos cómo es percibida por el público de una forma más profunda.
Implica todas las formas de comunicación, cuál es su tono, cómo es percibida la marca por los clientes y no clientes, su papel en la sociedad.
Si seguimos con el ejemplo de la persona, ahora estaríamos hablando de sus creencias, de su personalidad completa, de su carácter. De aquellas cosas que definen completamente quién es, y que hacen que encaje más con unas personas que con otras.
El branding se maneja día a día, en cada acción de la empresa, creando en la sociedad una idea del tipo de proyecto con el que estamos tratando. Seguro que, si te nombro a Amazon o Coca Cola, podrías dar unas cuantas ideas no sólo sobre lo qué hacen, si no sobre qué tipo de empresas son, cuáles son sus valores o incluso si te “caen bien o mal”.
La marca debe estudiarse y crearse de forma muy minuciosa, y estratégica; por un equipo complejo, y debe mantenerse en todo lo que concierne a la empresa. No vale que digamos que somos ecofriendly si luego hacemos 3000 fotocopias al día o tenemos vasos de plástico en la cocina. O que hagamos bonitos anuncios haciendo hincapié en la importancia que tienen para nosotros las personas, y luego saquemos la producción fuera para usar mano de obra prácticamente esclava. O, lo más típico, que pongamos un lazo morado el día de la mujer o un arco iris el día del orgullo, pero luego no tengamos políticas reales de apoyo a la diversidad. Este tipo de comportamiento es lo que se denomina washing, y puede ser, a la larga, más perjudicial que beneficioso, además de poco ético.
En definitiva, tener una marca fuerte, transmitir valores y conceptos claros con los que realmente nos identifiquemos, usar elementos visuales consistentes y tener un tono de voz característico son tan o más importante que el propio logo.
Así que antes de ponerte a diseñar nada, lo más importante es que analices tu proyecto y conozcas cuáles son sus señas de identidad, para luego poder crear todos los elementos necesarios para transmitir quién eres de forma clara.
Puede que necesites un logo o puede que en tu caso puedas decidirte por algo de lo que ahora se habla mucho: la marca personal. Identificándote con tu proyecto y haciendo que tu forma de ser, comunicar y hacer las cosas sea el mejor embajador de tu marca.
Y ahora te estarás preguntando, ¿esto quiere decir que una vez que construya mi marca no voy a poder hacer ningún cambio? Claro que no, la marca y todos los elementos que la forman, son elementos vivos, que crecerán contigo y tu proyecto, adaptándose a las distintas etapas por las que pases. Igual que tu personalidad va cambiando y adaptándose a cada etapa de su vida, las marcas también pueden madurar. Eso sí, cualquier cambio debe ser estudiado previamente y realizarse de forma estratégica y consciente. Nada de cambiar porque te has aburrido o ya no te gusta tanto como antes.
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